La Historia de un formidable Hombre Egoísta: El Viento se Levanta

El viento está subiendo, debemos intentar vivir es definitivamente una película aparte en la filmografía de Hayao Miyazaki, por muchas razones que me resultaría difícil evocar de manera coherente y en un número razonable de palabras….

Porque ya está cerrando su carrera, por supuesto. El dolor es terrible de soportar. Después del deleite, sólo se puede salir de la sala de proyección con el corazón apretado. Este sentimiento opresivo persiste durante mucho tiempo.

Ocultamos este desasosiego sumergiéndonos inmediatamente en el análisis de la película, esbaudissant sobre la belleza gráfica de la película, persistente sobre la psicología de los personajes…. A pesar de todo, persiste una bola de amargo dolor, que pesa en el fondo de la garganta…..

Y sin embargo, el viento se está levantando, debemos tratar de vivir para fomentar la reflexión. Más que un imposible espectáculo de fuegos artificiales donde Miyazaki intentaba condensar y superar la magia de un Totoro, la epopeya de un Mononoké o Nausicaa, la encantadora melancolía de un Chihiro, el venerable director del estudio Ghibli ataca un nuevo registro, el de la romántica biografía.

Despejando un campo lleno de posibilidades, Miyazaki pinta un retrato de un personaje nunca antes visto, incluso en el fondo de la obra del maestro: un héroe ambiguo. Impulsado por las mejores intenciones, devorado por su pasión y el uso de su genio hasta el punto de herir a los que le rodean…. Constantemente con un cigarrillo en la boca……

El paralelismo es demasiado obvio para ser fortuito. Miyazaki percibió en este famoso Jirō Horikoshi, inventor del cazador cero, un reflejo distorsionado de sí mismo. Así, si el tema de la película se articula en torno a los éxitos y fracasos de un ingeniero aeronáutico, termina con un sentimiento con acentos testamentarios propios del director.

 

Miyazaki echa un vistazo a su carrera artística

Sin embargo, no se equivoque, más allá de todo lo que se puede leer entre las imágenes, El viento se levanta, hay que tratar de vivir sigue siendo una película cuyo virtuosismo de la animación sigue sorprendiendo y sorprendiendo. Miyazaki, como nadie, domina el continente del cielo.

Su cámara se aferra a ráfagas, tormentas, zephyrs y otros primos ventosos para acompañar mejor sus piruetas aéreas. Consigue hacer del azul un espacio tan poético como intimidante, habitado por nubes de colores imposibles; magnificado por planos gigantescos o liliputienses sobre un fondo de tranquila pureza….

Y cuando este reino de los cielos se asoma en un plano paisajes terrestres desbordantes de detalles, repletos de vida, se deja de respirar por unos segundos, el tiempo para recuperarse de la pintura propuesta, ya desaparecido.

Con Le vent se risen, hay que intentar vivir, Miyazaki parece querer mostrarlo todo, acercarse a todo, cepillar el desorden, el ritmo picado. Evoca un Japón que se industrializa, maltratado por el militarismo de sus élites; los estragos de la naturaleza a la escala de una ciudad, de una persona; y si crea momentos de serenidad donde el espectador viene a refugiarse, es para desalojarlo mejor, ilustrando los topes del implacable curso de la existencia….

Al final, la manifestación agarra las tripas del espectador en una escena final que excitará a muchas glándulas lacrimógenas……

Ya que debemos decidirnos a considerar esta película como la última de Hayao Miyazaki, también podríamos apreciar el alcance de su mensaje. La reflexión de un hombre al atardecer deslumbrante, centrada en el sentido profundo de la existencia, lo que la motiva, la trasciende, la empaña, la realiza….

Desde el fondo de mi corazón, gracias Sr. Hayao Miyazaki.

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